¡Te agarré!

Lunes,

«Escribir es agregar un cuarto a la casa de la vida».

Frase grasa de Adolfito Bioy Casares

Toda la fila que miraba hacia el aeropuerto de El Palomar estaba mojada por la lluvia horripilante que me arruinó el atuendo elegido para el día haciendo que solo alguno que otro valiente decida asentar sus posaderas sobre los charquitos que se producen en el centro de cada asiento. Hubo unos dos o tres valientes – o desprolijos – que lo hicieron; aunque de forma innecesaria, puesto que todavía nos quedaban lugares vacíos del otro lado.

En ese otro lado andaba yo hoy con un broli recopilatorio de «cuentos españoles del siglo XVI» – editó un tal Muchnik, de dudosa hispanidad – pensando en un autor argentino que abrevó en las aguas de la literatura inglesa, sazonando sus obras con fuertes dosis de arrabales (al menos las primeras), cosmogonías gnósticas aberretadas y una buena pizca de cábala para vulgares que logró que a cierta estructura, a cierta temática, a ciertos nombres propios, los llamemos, en no pocas ocasiones como suyos, como si fueran la marca registrada del autor de marras.

No solo «nosotros «(nohotro), sino todos los argentos no tenemos empacho en decir «eso es muy «….giano» al referirnos a cuentos que narran hechos de un brumoso pasado en los cuales exóticos personajes sufren la desventura producto de una mala decisión, un giro del destino o de vaya a saber uno que. Típicamente «…giano».

Pensaba todo esto porque anduve en la leída de don Cristobal Villalón, natural de Alcalá, catedrático de Valladolid, escritor, profesor de latines, instructor de condes, perversito al borde de lo soportable por una vieja beata de los albores del barroquismo, entre otros oficios.

El tal Villalón tiene un libro, el Crotalón, en la tradición de Luciano de Samosata (que leí por primera vez desde una traducción berreta si las hay que compré en el primer año de la facultad por unos cinco pesos y que me forcé a gustar aunque ni yo me creía) que incluye, entre tantas otras historias similarísimas la de Rosicler, hija de Narciso, Rey de Damasco.

Pego aquí un resumen de la «Historia de Rosicler» tomado de Léna Mbaye. «La ilegitimidad amorosa a través de la función de las novelas II, III y VII intercaladas en El Crotalón». en: Tropelías. Revista de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, 15-17 (2004-06). Universidad de Murcia.

1. El rey Narciso tiene una hija hermosa con nombre de Rosicler.
2. Rosicler es deseada de todos los príncipes.
3. Rosicler rechaza a todos los príncipes.
4. Rosicler sólo está enamorada de su padre.
5. Dares, hijo del rey de Escocia, es un valiente y gracioso caballero.
6. Dares se enamora de Rosicler.
7. Narciso desea que Dares se case con su hija Rosicler.
8. A pesar de sus proezas y noble linaje, Rosicler rechaza a Dares.
9. Rosicler reitera su amor por su padre.
10. Narciso vuelve a repetir su deseo de unir a Rosicler y Dares.
11. Rosicler amenaza a su padre por suicidarse.
12. Dares manifiesta otra vez su amor por Rosicler.
13. Rosicler rechaza otra vez el amor de Dares.
14. Dares pide a Narciso la mano de su hija Rosicler.
15. Rosicler rechaza la petición de mano de Dares.
16. Rosicler amenaza de nuevo a su padre con suicidarse.
17. Narciso comunica a Dares el rechazo de Rosicler.
18. Dares está ofendido.
19. Dares declara la guerra al reino de Siria.
20. Dares vence al reino de Siria.
21. Rosicler y su padre huyen.
22. Rosicler decide reparar el daño causado por Dares hacia su padre.
23. Rosicler le hace creer a su padre que acepta el amor de Dares.
24. Rosicler se viste ricamente.
25. Rosicler sale a encontrar a Dares.
26. Dares recibe a Rosicler.
27. Rosicler hace creer a Dares que acepta su amor.
28. Dares ofrece una fiesta en honor de Rosicler.
29. Rosicler emborracha a Dares y a su ejército con un producto añadido a la
bebida.
30. Rosicler le corta la cabeza a Dares.
31. Rosicler vuelve a Siria.
32. Rosicler cuenta sus aventuras a su padre.
33. El padre de Rosicler destruye al ejército de Dares.
34. El rey Narciso recobra su reino.
35. Desnuda, Rosicler trata de dormir con su padre.
36. Narciso confunde Rosicler con un enemigo.
37. Narciso mata a Rosicler.
38. Rosicler está condenada eternamente al infierno.

El resumen, aunque algo largo, ofrece esa lectura al lector no interesado la posibilidad de, en un golpe de vista, saber «de que se trata» la cosa. Como cuando era estudiante secundario y tenía que presentar Hamlet o Macbeth en la clase de literatura. Compré Macbeth, leí Macbeth, hice algunas anotaciones de Macbeth y presenté Hamlet luego de leer en dos minutos un resumen robado de algún lado. La estudiosa del tema Mbayé no está para que algún jovencísimo imbécil se robe una materia de colegio, pero me acordé de la intrascendente anécdota que acabo de describir.

Si se fijan bien, y si se sacan los últimos puntos «morales», perfectamente podría haber sido escrita la desventurada y desfachatada vida de la princesa Rosicler por nuestro Ciego de Palermo 400 años después, de solo pensarlo se entra en el terreno de lo «…giano».

Lo que sostengo, sin más argumentos que los dados, es que el ilustre muerto de Ginebra, mal que le pese, y pese (¡valga!) a sus amores anglosajones y su lápida, es tan argentino como el mate o el dulce de leche y que eso es, sencillamente, porque es hispánico como el jamón ibérico. Si algún lector piensa lo mismo, lo contrario, o sencillamente considera una locura a estas líneas, se esperan comentarios.

Refuerzo lo dicho con una «perlita». Se me ocurrió buscar en Menéndez y Pelayo si acaso había alguna referencia al Crotalón, Rosicler o su autor y ¡zas! apareció nomás. El erudito español responde a la pregunta (que evidentemente circuló por ahí) de si Villalón podría haber sido…¡protestante! Dice que no. Pobre Bibliotecario Libertador… ni esa le quedó.

¡Te agarré Georgie! ¡Gotcha!

Aquí Menéndez y Pelayo para el que guste:

(…) “     Muchos de mis lectores conocerán sin duda el ingenioso y extraño libro intitulado el Crótalon de Christófhoro Gnosopho, publicado en 1871 por la Sociedad de Bibliófilos Españoles [967] con tanta elegancia tipográfica como repugnante incorrección en el texto. Obra era ésta completamente ignorada hasta nuestros días, y de la cual no se sabe que existan más que dos manuscritos: uno en la Biblioteca del marqués de la Romana, hoy agregada a la Nacional, que algunos creen ser el borrador, y otro en la del Sr. Gayangos, el cual sirvió de texto para varias copias que antes de la impresión se sacaron.
     Aunque el libro requería amplia ilustración, los bibliófilos, tras de imprimirle con innúmeras erratas, le publicaron ayuno y escueto de todo prólogo, nota o comentario. En una advertencia, que no llega a cuarenta líneas, se dice rotundamente que «el ignorado autor del Crótalon era luterano y que su obra debe colocarse entre las mejores de los protestantes españoles».
     Yo también lo creía así en un tiempo, y en alguna parte lo he dicho; pero ahora que he vuelto a leer con espacio el libro, estoy firmemente persuadido de lo contrario. Es indudable que la obra se escribió en Valladolid, en los primeros días del reinado de Felipe II. Es seguro también que el autor era lego, y muy enemigo de la gente de Iglesia, y muy erasmiano, y muy leído en las obras de Alfonso y Juan de Valdés; pero de aquí no pasaba. Zahiere amargamente las costumbres de los clérigos, sobre todo al describir, en el canto 17, el convite y zambra que se hizo con ocasión de una misa nueva; no los pierde de vista un momento en todo el proceso de su libro y escribe siempre con gran desenfado y mordacidad; pero cuantas veces se le presenta ocasión, condena y abomina la Reforma. Pone en el infierno las almas de Lutero, Zuinglio, Osiander, Regio, Bucero, Ecolampadio, Felipe Melanchton y sus secuaces y se esmera en la relación de sus tormentos. «Los cuales fueron tomados por los demonios y puestos sobre rosicler, y con unas hachas y segures los picaron allí tan menudos como sal, y, después de muy picados y molidos, lo echaban en unas grandes calderas de pez, azufre y resina, que con gran furia hervía en grandes fuegos, y allí se tornaban a juntar con aquel cocimiento, y asomaban por cima las cabezas con gran dolor, forzando a salir, y los demonios tenían en las manos unas ballestas de garrucho y, asestando a los herir al soltar, se sapuzaban en la pez ferviente, y los demonios los tornaban a herir», etc.
     No con menos fruición narra el autor la felicísima victoria lograda junto al Albi por Carlos V contra la liga de herejes luteranos.
     ¿Cómo había de ser protestante un hombre que no se harta de reprobar los errores de aquellos dañados heresiarcas; que jamás suelta una proposición sospechosa en cuanto a dogma; que reconoce en términos expresos la existencia del purgatorio, que tanto condena la temeraria curiosidad «en las cosas que determina e tiene la Iglesia y ley que profesas»?
     Conste, pues, que el Crótalon no es obra salida de la congregación luterana de Valladolid, y téngase a su autor por católico, aunque harto libre en el escribir y mortal enemigo de los frailes y clérigos de su tierra. Fuera de esto, el libro es muy interesante para el estudio de la lengua, de las costumbres del tiempo y de la invención literaria, y muy ameno y entretenido por la variedad y enredo de las peregrinas historias que en él se relatan. El autor era helenista, había hecho grande estudio de los Diálogos de Luciano y se propuso imitarlos, tomando por base el Dialogo del zapatero y del gallo, en que quiso el samosatense burlarse de la secta pitagórica. Con él fue entretejiendo imitaciones de otros muchos diálogos, especialmente del Icaro-Menipo, de la Necromancia, del Toxaris o de la Amistad, del Pseudo-Mantis, de la Historia verdadera y del de la Vida de los parásitos; pero aplicados todos a cosas de España y del siglo XVI. La literatura italiana, que conocía muy bien, le dio asimismo no pocos materiales: imitó a Ariosto en el episodio de Alcina y en el de la copa encantada, que él exornó y aderezó de un modo algo semejante al de la novela del Curioso impertinente, de Cervantes. Todo esto y la parte histórica, que no es pequeña ni poco interesante en el libro, y la sátira dura e incisiva derramada por todo él, y el concepto artístico que del mundo invisible tenía el autor, y los méritos de su estilo, que es abundante y lozano, aunque desaliñado a veces, pudieran dar motivo a un curiosísimo estudio, ya que los bibliófilos no creyeron necesario hacerlo. Pero ésta no es ocasión ni lugar oportuno.
     Del autor nada se sabe. Don Pascual Gayangos me indicó la sospecha de que quizá lo fuera Cristóbal de Villalón, vallisoletano, autor de un Tratado de cambios y de un rarísimo libro rotulado Comparación de lo antiguo y lo moderno, que existe en el Museo Británico, y cuyo estilo e ideas parece que convienen mucho con los del Crótalon. Esto sin contar con la traducción del Cristóbal en Christóphoro.
Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

5 respuestas a ¡Te agarré!

  1. Ludovicus dijo:

    Mmmm, no es por quitarle carácter grasoso a la cita, pero Adolfito decía «leer», lo cual tiene más sentido. Escribir más bien es como perder las llaves de la casa, te deja inquieto y con una sensacion bárbara de inseguridad.
    Excelente el blog. Toto corde

  2. Marcelo dijo:

    Viajante: ¡tenga mano, aparcero!.
    El post me sugirió varias cosas.
    ¿Escuchó alguna vez hablar de la universalidad del arte?. Si empieza a buscar correspondencias como la que expone podría llegar a la conclusión que Borges es más «nipófilo» que anglófilo; podría encontrarle multitud de filias atento la variedad de las fuentes del escriba y su innegable (y quizá abrumadora) erudición literaria.

    (Además, alguien dijo que toda la literatura ya estaba en las dos historias que narraba un ciego hace varios siglos: la de una ciudad sitiada hasta su caída y la del regreso de uno de los sitiadores a su isla natal).

    El propio Borges si no erro en «Pierre Menard autor del Quijote» trata en cierto modo estas cuestiones; además (sigo citando de memoria) en algún lugar habla de Bouvard y Pecuchet, otros dos plagiarios célebres hijos de Flaubert.

    Su tesis me hiza acordar de una anécdota que copio del blog Reduco: «un crítico de su época amonestó a Poe por no ser un escritor típicamente norteamericano y tocar temas del goticismo alemán, a lo que Poe condescendió a responder lo siguiente: “Se equivoca, mis castillos no son de Alemania, sino del Alma”.

    Y otra cosa: en el Libro de diálogos (con Osvaldo Ferrari), en el diálogo «Melville, Conrad y el mar», Borges habla de su muy especial preferencia por la literatura «marítima» propia de los sajones y dice específicamente que la literatura española es «de llanura», que prácticamente no hay grandes obras con el Océano como teatro.

    Y algo más: ¿qué quiere decir «cosmogonías gnósticas aberretadas»?; Borges decía que las admiraba aunque solían «desembocar en el absurdo», que es otra cuestión.

    En todo caso, de cuestionar a Borges los del palo, deberíamos hacerlo por su heterodoxia (y sus lisas y llanas blasfemias a veces). Castellani, lúcidamente, analizó y criticó las «incursiones teológicas» de «Georgie» (en las que nunca faltan «el consabido eructo antirreligioso y anticatólico», decía el jesuita). Pero el talento de Borges para cierta forma de escritura es innegable; veámoslo así: si nosotros «abreváramos en las aguas de la literatura inglesa» y nos pusiéramos a escribir cuentos «sazonando nuestras obras con fuertes dosis de arrabales, cosmogonías gnósticas aberretadas» y una «pizca de cábala para vulgares» , ¿seríamos capaces de escribir (vgr.) Ficciones o El oro de los tigres o cualquiera de sus obras en las que muestra un manejo cómodo de una cultura digamos «universal»?.

    No sé, digo, es lo que se me ocurrió con esta entrada de su blog.

    • El Viajante dijo:

      Marcelo,

      Claro que sí. Es posible que no se me haya entendido (porque me expresé mal, como es de costumbre en este blog). Si se fija en mis posteos anteriores notará que dediqué bastantes líneas a Borges pues, la verdad, es de lo mejor que tuvimos por aquí (reviente quien reviente). Respecto la tendencia al absurdo de los sistemas gnósticos, que ya no recuerdo si en «Siete Noches», «Borges Profesor», las entrevistas de Ferrari o donde fuera, es como Ud. dice pero no dejan de ser berretas ni de interesar a nuestro autor.

      Justamente por esa mezcla de cosas que indica me gusta leer a Borges. Justo por eso aunque, le confieso, El Oro de los Tigres me parece una cosa tremebunda, creo que Castellani dice que no tiene ni oro ni tigres (en la Crítica Literaria).

      La diferencia entre Poe y Georgie estaría justamente en la «ubicación» de los castillos. Poe no los emplaza en Alemania, eso lo hace quien pregunta pero Borges, constantemente y por motivos personales y familiares (o de una construcción personal de lo familiar), intenta pensar «desde» Inglaterra y lo inglés. Para él su patria está en Junín, con su bisabuela leyendo a Emily Dickinson y la King James Bible (que es la mejor traducción que conozco, dicho sea de paso). Mi intención en este posteo era decir básicamente que no se puede escapar a la herencia literaria de España y justamente con un ejemplo muy universal, esa historia, la de Rosicler, que con dos o tres cambios de nombres podría pertenecer a las Mil y una Noches (tan querida por Borges), a las New Arabian Nights de Stevenson o a cualquier obra del estilo (aún en los Grimm, en los Cuentos de Mamá Gansa, etc) y que no es propio de la formación anglo de Georgie.

      Le cuento una cosa medio confidencial (que termina siendo pública puesto que este blog no es privado): vivo o viví (acá me pongo un poco críptico) en uno de los derpas donde vivió Adolfo Bioy Casares y que visitó, muchas veces como es lógico, J.L Borges. Quien sabe sí donde ambos pensaban,charlaban, leían y escribían yo, muchos muchos años después, escribí cosas al aire como estas…

      Como siempre gracias por los comentarios que mejoran este blog más que los propios posteos.

  3. JMS dijo:

    VIajante:

    No se lo pregunte más.

    Una de las mayores glorias que tenemos como patria es, precisamente que Borges, uno de los máximos exponentes de la literatura de toda la historia es argentino -y hasta el tuétano-.

    Y eso es algo de lo que él mismo no digamos que se enorgullecía, sino sobre lo que no tenía dudas. Borges solamente pudo haber existido en la Argentina (es imposible pensar en el surgimeinto de un Borges en España, o en otro país latinomericano) y, paradójicamente, despreciaba muchas cosas que los argentinos idolatran: el futbol, el asado, la viveza criolla, etc.

    Nada más querido para Borges que su madre criolla -evidentemente más que su amado padre, de quién le venía la ascendencia sajona-, que los héroes de la independencia, que la «carga de los húsares en Junín», todo lo que se relaciona con esta tierra y la parte mas noble y vieja de nuestra historia. Por la patria Borges sentía pasión y amor, por otras cosas gusto -que son cosas distintas-. Pero además el código genético es argentino. Borges habla y escribe como argentino. Como hablan los argentinos, como piensan los argentinos. Quizás los cultos, pero eso es menor.

    Borges un problema para los europeos. Resulta ya imposible para ellos (que se creen el alfa y el omega de todo) escribir la historia de la literarura humana sin tener que pasar por esta «rata» de bibilioteca argentina, que lo conoce todo y lo ha absorbido todo. Y que ha dejado sus observaciones, intuiciones y consideraciones geniales sobre todo o casi todo, con un arte literario de una altura poco conocida antes, y que no se da en ningun autor europeo del siglo XX. No hay en Europa, ni en Latinoamerica, ni en Estado Unidos, un literato siquiera comparable a Borges. Argentina tiene cuatro grandes genios literarios: Sarmiento, Hernández, Lugones y Borges. Pero el último los trasciende a todos.

    A los del palo, es de gente crasa discutir al genio literario por sus ideas. Borges es cabalista, budista, y hasta católico, y mil cosas más, simplemente porque antes que cualquier cosa, Borges es pura literatura.

    Si alguien quiere saber cómo y qué fue Borges, hombre como los demás pero genio, hay un solo libro para saberlo cabalmente, el «Borges» de Bioy Casares en su versión completa de más de mil páginas. Que además es, en sí, una joya de la literatura.

    Borges y el dulce de leche, nada más argentino dijo alguna vez -con absoluta precisión- Silvina Bullrich. Y es así. Borges cambió el castelllano y se adelantó a todos. Toda la literarutura contemporánea es hija de Borges, pero es inferior a él ¿Cuánto tendremos que esperar para nuevo crecimiento, una nueva altura? Quizás siglos, mientras tanto tenemos la literatura de Borges que alcanza para toda una vida.

    Tengo 38 años y lo leo desde los 10 años, y siempre que me acerco a sus páginas experimento un placer, una alegría y un nuevo horizonte intelectual.

    Alguna vez, recitando una poesía de él de memoria, cuya perfección siempre sorprende y pensando en su imagen de anciano (que parece que lo fue toda la vida) y en el hecho (tormentoso para él) de no haber tenido mujer e hijos, llegué incluso a pensar que Borges -sin saberlo- fue como una especie de ángel que nos prodigó sus dones geniales durante el tiempo que pasó por la tierra.

    Algo similar insinúa Bioy Casares al hablar de su entrañable amigo: al enterarse de su muerte piensa algo así «como será el mundo sin Borges», y en alguna entrevista habla de la «cosa maravillosa» que era estar a su lado. Es mucho decir que alguien tan parco -y ciertamente feroz en sus juicios sobre las personas- dijera algo así sobre la estatura intelectual de Borges.

    Saludos,

    PS: Otro fanático de Borges

Replica a El Viajante Cancelar la respuesta