¿Qué le pasó a Sherlock Holmes?

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Of all ghosts the ghosts of our old loves are the worst.

De todos los fantasmas, los fantasmas de nuestros viejos amores son los peores.

Arthur C. Doyle

Con su pipa de brezo (la calabash famosa, la de las ilustraciones y películas no aparece en ningún cuento ni novela de la saga) desapareció Holmes varias veces. Primeramente, porque Arthur C. Doyle se cansó del personaje y de la fama producto de sus historias. En segunda instancia, una vez resucitado – por presión de los mismos fanáticos -, la muerte del autor puso fin a las aventuras urbanas del detective más famoso (si, el más famoso. No me vengan con Hércules Poirot o con el Padre Brown, con perdón de Chesterton).

No es una cuestión secundaria el tema de la fama del autor y el horror que le produjo – o hastío – la celebridad de su obra y, por carácter transitivo, la suya propia pues el mundo literario de fin del siglo XIX y comienzos del XX no era el actual. No había montones de billetes, promociones, viajes, revistas especializadas bien pagas y todo eso que hoy si existe. Por otra parte se podía vivir de las letras pues, aunque el dinero a distribuir no era tanto, las manos de los autores, y los ojos de los lectores, eran muchas, muchísimas más que las que se pueden contar hoy en día. De hecho la Inglaterra de Holmes y de Doyle era muy «literaria», al borde de lo estúpido, pero literaria al fin. Llena de señoritas con libros de bajo presupuesto bajo el brazo y de escritores nóveles con ganas de transformarse en el próximo Dickens…y todo esto me lleva a Dickens.

Charles Dickens fue el primero, el algún sentido, en darle forma a la idea general del escritor moderno. Luchó por la aplicación de leyes de propiedad intelectual (la famosa 11.723 de nuestros pagos), promocionó sus obras en salones y teatros y hasta hizo lecturas de sus obras – resumidas – para el gran público que pagaba unos pocos pesos para verlo en en las tablas y escucharlo leer. ¡Una especie de  audiolibro decimonónico!

La cosa es que no escribías un libro de fantasía y te llenabas de dinero ni pagaba tan bien la novela blanca, los libros eróticos para viejas que hoy se venden como pan caliente en todas versiones (tapa dura, tapa blanda, ebook, etc); como Fifty Shades of Grey y sus émulos.

¿Qué le pasó a Mr. Holmes? se murió con el autor, como era de esperar y como debía suceder. Pero…¿qué sucedió con el Holmes de los libros, el que si fue escrito y publicado y que leí de chico y no abandoné más? Las memorias – ficticias naturalmente – de Watson me ilustraron acerca de los mormones y sobre los reyes de Bohemia (que no existen más, ni los reyes ni Bohemia). Me contó, Watson, sobre fumaderos de opio, embarcaderos, calles, avenidas y otras tantas cosas del Londres finisecular que Stevenson había dejado en el tintero y que hicieron de puente con la ciudad de Chesterton. ¿Donde está Holmes?

Holmes se transformó en un personaje oscuro de una serie de bajo presupuesto norteamericana y, con mis años ya, logra escandalizarme. Antes, cuando chico, no me movía un pelo que el detective se pique morfina o cocaína una vez por semana…porque era otra cosa. Si, otra cosa, guste o no a los censores de lo antiguo; exaltadores de lo moderno.

Holmes no podría revivir pues Doyle ha muerto. Pero Holmes tampoco podría revivir porque el Londres, la Inglaterra, el Occidente y el Mundo en el que «vivió» no existen más. Ni ficcionales ni reales, nada existe ya.

Todo esto pensaba, desordenadamente como estas líneas, ayer a la madrugada cuando cerré «Escándalo en Bohemia» pensando en que, de niño, Irene Adler, la némesis femenina del detective, no había llamado mi atención. Hoy se que me acordaré de la mujer que venció a Sherlock Holmes…que ya no existe más.

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7 respuestas a ¿Qué le pasó a Sherlock Holmes?

  1. Casimiro Lafuente dijo:

    Coincido, amigo viajante.
    No olvide que lo mismo vale para el inventor del género, Edgar Alan Poe, y su emblemático Auguste Dupin. Hay mucho en común entre Doyle y Poe.
    Lo saluda respetuosamente,
    Don Casimiro Lafuente.

  2. Casimiro Lafuente dijo:

    Ahora que lo pienso, también podríamos agregar al catálogo visto a la luz del cristal que ud. propone (llamémosle «lo que el viento se llevó», provisoriamente) al ya citado Poirot de A.C. ,que, en un registro literario tal vez menor,se movía a sus anchas en un Reino Unido colonial que ya no existe. Exótico, prejuicioso, imperial. Y encima fatigaba el mundo a bordo de trenes (tema al que ud. se refiere periódicamente)
    Lo saluda, reincidente,
    Don Casimiro Lafuente.

  3. Marcelo dijo:

    Notable caso el de Conan Doyle, científico de aparente neto cuño positivista que a la muerte de su hijo incursionará en el espiritismo (http://enigmasymitos.blogspot.com.ar/2010/07/conan-doyle-y-el-espiritismo.html); lo de las drogas seguramente apuntaba a la busca de los «estados alterados de conciencia» que serían célebres unas décadas después, en los 60. ¡Pero hasta el aristócrata Junger experimentó con alucinógenos!. Tendrá razón Chesterton con eso de que al apartarse uno de la ortodoxia termina creyendo cualquier cosa.

    Pero más notable aún el citado Gran Gordo, que crea a Father Brown para pelearle al positivista Doyle en su propio terreno: la resolución «científica» de enigmas policiales de corte aparentemente sobrenatural… aunque, naturalmente, en el final de los relatos el cura se ocupará o al menos preocupará por el destino eterno del delincuente. Hablando de enigmas, ¿por qué Brown será menos célebre que Holmes? ¿Porque el otro fue primero? ¿Porque el estilo de Doyle sería más «simple», más «popular»?.

  4. El Viajante dijo:

    Interesante lo que traés Marcelo. En algún sentido…era una moda que acá también pegó. Lugones (leyó «Las fuerzas extrañas»?), Almafuerte, Borges de costado y hasta Marechal anduvieron en esos mundos berretas; llenos de Blavatskys, Bessants, Steiners, rosacruces, espiritistas y otras berretadas. Entre los internacionales la lista es enorme y no es solo el pobre Doyle – con su duelo a cuestas – el único que cayó en esas cosas. Houdini, para nombrar a alguien fuera del mundo de las letras, dedicó sus esfuerzos a desenmascarar mediums.

    Lo de Jünger, creería, es otra cosa (en lo que hace a la falopa), pues el fin el siglo XIX no es la década del cincuenta. No sé si coincidirá conmigo, pero creo que el desconocimiento acerca de los efectos de las drogas duras – las que consumía Holmes – jugó un papel importante.

    Acerca del por qué de la fama de Holmes por sobre la del Padre Brown…llegó primero el falopero, por una parte, y por otra, sus historias son mejores. Quelevachaché…

    No sé, eso creo.

  5. Marcelo dijo:

    Viajante:
    sin duda Doyle no estaba solo en la moda del esoterismo berretón, pero quería hacer hincapié en el hecho de que él era un científico que buscaba trascender como tal, si no recuerdo mal escribió algún tratado de medicina; y consideraba las aventuras de Holmes como algo menor. Bueno, las andanzas del sabueso lo hicieron famoso y el hipocrático escrito quedó en el olvido.
    Los otros que ud. nombra, por lo que se ve, pertenecen al mundo de las letras, y ya dijo alguna vez el también positivista profesor Mario Bunge (no me atrevo a llamarlo filósofo), en una entrevista del Clarín creo, que «en la facultad de letras siempre se refugió el oscurantismo» (duro el tipo, ¿no?).

  6. Es curioso que los ‘revivals’ contemporáneos de Holmes (novelas, series y películas) hacen hincapié en los aspectos psicológicos del personaje, un obsesivo compulsivo pasado de rosca, y no tanto en las cuestiones ‘positivistas’, que -en realidad- eran las que cautivaban a Sir Arthur.

    En cuanto al espiritismo de fines del siglo XIX y comienzos del XX (no olvidemos que a metros de Plaza San Martín aún se yergue un ‘templo’ construido en aquel tiempo) y las drogas, que -creo- están ambas cosas relacionadas, culminarán en Baudelaire. El ‘ennui’, el hastío por el mundo moderno donde ya no hay nada que aportar porque todo está ya hecho, explica bastante de esta fascinación por lo desconocido. De alguna manera el ‘arte moderno’ es una expresión de lo mismo: ya no es posible superar la belleza del viejo arte y se cae en ‘el arte’ que busca sorprender mediante la transgresión. Claro que en estos tiempos postmodernos, ya hasta la transgresión es aburrida…

    Finalmente, con respecto a lo de la literatura barata, recordemos que Dickens, antes de llegar al libro, se publicó en fascículos que, impresos en papel de diario y vendidos a precios muy bajos, llegaron rápidamente a toda la sociedad inglesa (incluso, quizás por primera vez, a los sectores más bajos, que llegaron a idolatrarlo -alguien, ¿Chesterton era?, dijo que gracias a Dickens el marxismo no tuvo tanto éxito en el proletariado británico). Existe un paralelismo notable entre nosotros con el ‘Martín Fierro’, también publicado en fascículos y que fascinó a los sectores bajos criollos recién escolarizados por Sarmiento.

  7. El Viajante dijo:

    ¿Donde firmo Coronel?

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